De ciervos y coches.


Cuando viajas en coche, y vas tranquilamente por la carretera sabiendo que te esperan cuatro días de esquí, o vas a trabajar pensando en tus cosas o en cualquier actividad que requiera desplazarse en coche, te das cuenta que la automatización del hecho de conducir, te hace obviar muchas  o algunas señales de tráfico, a las que inconscientemente no les damos la importancia que tienen.



Día 25 veníamos de la autopista y saliendo en Montrejeau para ir a Vielha   por la N-125 a la altura de Arlos en Francia a las 19:45…noche cerrada a la salida del pueblo nos sale un ciervo a la carretera de la penumbra del bosque justo delante de nosotros sin darnos casi tiempo de reaccionar, frenamos y… CATACROC!!!!!   Le alcanzamos con el lateral delantero izquierdo, el animal sale disparado sin parar hacia el bosque, nosotros seguimos avanzando unos metros para poder parar en un sitio seguro.
Suerte es la palabra que nos sale de la boca y la imagen del pedazo animal en la retina, el coche con un agujero en el faldón delantero, y espero que el ciervo no haya sufrido mucho daño, ya que nosotros somos los que invadimos su entorno cortándoles sus vías de paso naturales.
Haciendo memoria del trayecto nos vamos dando cuenta de la infinidad de señales de aviso de animales, concretamente ciervos, y la facilidad con la que nuestro cerebro o nuestra consciencia o como lo queráis llamar las omite cuando conducimos.
Suerte que no íbamos rápido, unos 70 km/h…mucha suerte de no haberle alcanzado de lleno, y la experiencia obtenida para recordarnos que las señales de aviso de  animales están para algo, aunque las veamos y no les prestamos la atención necesaria.
Así que ojo…y cuidadito, he aprendido de mi experiencia y os la describo para que la próxima vez que veáis señales de animales, a los que no les dais importancia, les prestéis más atención.
 Un pequeño golpe que podría haber sido más...suerte es la palabra

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